América Latina permaneció colonizada cuatro siglos por el Imperio Español, desde 1492 en su conquista, hasta 1898 cuando la bandera española fue retirada de San Juan De Puerto Rico. Durante todo este periodo se construyó un discurso para colonizar a toda la región.
El Imperio Español elaboró un relato sobre su propia superioridad como casta dominante en la mentalidad de todas las personas. Y este discurso marcó los estereotipos que han sobrevivido hasta la actualidad como estigmas para cada grupo social dentro de esta cultura. Valga decir que, para ello la religión tradicional católica apostólica y romana fue usada exitosamente.
Desde entonces, la formación de una ideología colonial dividió a la población en una jerarquía muy marcada entre señores y siervos, y esa mentalidad sigue persistente en el presente, generando consecuencias negativas como: racismo, elitismo, una gran exclusión cultural, y una gran desigualdad económica.
La ideología colonial es determinante en las crisis políticas y sociales
“Tiempo histórico de larga duración” es un concepto que según el historiador Fernand Braudel, nos permite entender la influencia de las estructuras históricas de mayor duración, como por ejemplo: fenómenos ideológicos, marcos geográficos, límites de producción, límites biológicos, etc., sobre los tiempos históricos de menor duración como los problemas coyunturales económico-políticos de una ciudad, los cuales cambian mucho más rápido y son más visibles y locales, a diferencia de los tiempos largos que son muy imperceptibles.
Y si usamos este concepto historiográfico para analizar la influencia del fenómeno ideológico discursivo colonial del Imperio Español, notamos que éste explica varias crisis políticas y económicas características de América Latina aún hasta la actualidad.
América Latina al deshacer su dependencia política con la Corona Española, posterior a las guerras de independencia y la formación de repúblicas a lo largo del continente, generó dependencia con líderes caudillos. El discurso de conquista español se ha mantenido latente hasta la actualidad, reproduciendo la imagen en la política y la sociedad de una estructura desigual y caudillista.
“El caudillismo nace de la descomposición del Estado tras la caída de las autoridades coloniales en las naciones procedentes del antiguo imperio español” (ROUQUIÉ Alain,1989, p.260)
A lo largo de la historia de las repúblicas latinoamericanas los procesos políticos caudillistas han persistido constantemente en el poder trayendo impactos negativos sobre la región, crisis políticas disparadas en cada país a causa del exceso de poder.
Este modo de gobernar basado en el “hombre fuerte” de la política, es arrastrado desde la época de la colonia, cuando el terrateniente español explotaba a los indios dentro de su latifundio. La existencia de un caudillo autoritario en el poder, es un habitus (en términos de Pierre Bordieu) que vuelve a estructurar estos símbolos de personajes acaparadores y todopoderosos, del viejo tiempo de la conquista, en la actualidad.
La ampliación de las desigualdades en América Latina a partir de la vigencia ideológica colonial en la época de la industrialización.
Los antiguos latifundistas latinoamericanos se transformaron en la nueva clase capitalista ampliando aún más las desigualdades.
No hay evidencia de una mejora en la calidad de vida de obreros y campesinos latinoamericanos. Para 1980, más de la mitad del campesinado de América Latina carecía de tierras.
“Los latifundistas también redujeron la cantidad de arrendatarios y de trabajadores permanentes por razones políticas (…) Además, se anticiparon a la implementación de la reforma agraria subdividiendo sus fincas entre los miembros de la familia o vendiendo parte de las tierras” (KAY Cristóbal,1995, p.69)
La industrialización de los países latinoamericanos impulsada desde las políticas exteriores norteamericanas, llevó a que los antiguos latifundistas locales, quienes ya poseían una gran acumulación de poder y tierras se beneficien aún más. Las oligarquías locales de cada nación se convirtieron en los socios comerciales de EEUU, en detrimento de la mayoría de la población.
Esto es un síntoma de que la ideología colonial sigue determinando las crisis económicas y políticas hasta la actualidad, en donde todo el pueblo exige una verdadera democratización, a causa de la gran desigualdad construida por siglos. Y aún en la actualidad nuestro propio comportamiento reproduce esa imagen autoritaria en el diario vivir. Siendo muy egoístas, carentes de mayor argumento al debatir sobre política, narcisistas y de una moral tradicionalista, arrastrada desde la colonia.